sábado, 4 de junio de 2011

ENTRE LA DEMOCRACIA Y LA BARBARIE

Mi buen amigo Néstor Hernando Parra ha querido compartir conmigo en Valencia su libro “Entre la democracia y la barbarie. Colombia dos siglos en busca de gobernabilidad”.  El tratadista es doctor en derecho y ciencias sociales de la Universidad Libre, con numerosos postgrados y caracterizadas representaciones diplomáticas. Pero ante todo es un ser humano íntegro, con una hermosa familia. Forma parte de esa extraordinaria pléyade de escritores progresistas colombianos comprometidos con el cambio social y de una trayectoria impoluta, como lo es su dilecto amigo –y mío también- el Dr. Rafael Ballén Molina. Si en manos de estos ilustres juristas hubiera estado el gobierno de nuestra nación, tendríamos una sociedad más justa y equilibrada. Ello demuestra que las elites en Colombia han gobernado en contra de las mayorías.
La rigurosa investigación del Dr. Parra aborda numerosos temas de la historia de Colombia, en una forma científica. Quien desee conocer a fondo el pasado y presente de la República debería leerlo; es más: debería ser libro de consulta obligatorio en las clases de historia.
El santanderismo aguzado en Colombia nos ha llevado a que “los derechos humanos si bien fueron adoptados en textos legales, no fueron aplicados”. Y continúa: “Bajo el Estado de Derecho, tan descaecido, se han agudizado las injusticias sociales heredadas de la época colonial”. Es cierto; el propio Gobierno Nacional acaba de revelar las cifras con referencia a la concentración de la riqueza y el ingreso en pocas manos, se habla de aproximadamente 2.000 familias que tienen la mayor parte de esa riqueza y la exclusión consiguiente de las grandes mayorías, muchas de las cuales viven en la indigencia, comiendo basuras de los contenedores, porque “en el campo económico las políticas concentradoras apuntalan un modelo de inequidad social”. .
El autor habla de la “clase dominante” que maneja los medios de comunicación en favor de sus intereses, lo cual señala un hegemonismo informativo contrario a la realidad del pueblo, pues se filtra o deforma la objetividad. Sobre el irrespeto al más sagrado de los derechos humanos, dice: “…es alarmante el número de políticos, intelectuales, sindicalistas, profesores universitarios y periodistas asesinados o exiliados que tienen que engrosar la diáspora colombiana para salvar sus vidas”. Están saliendo las condenas, por ejemplo, frente a directivos del DAS que planearon macabra estrategia para ejecutar tan siniestros planes, a ciencia y paciencia del ejecutivo.  
Coincido en que la educación es la baza para construir equidad social: se necesita “un modelo de desarrollo que corrija la tendencia concentradora y avance hacia la equidad, dando máxima prioridad a la educación para la democracia como eje central de la estrategia para la superación del ser humano y cauce obligado para la convivencia ciudadana”. Para ello se requieren partidos políticos serios y organizados, pues “se han vuelto añicos”.
La realidad hobbesiana vivida en Colombia es del “sálvese quien pueda, que es la ley de la selva, la pérdida del poder adquisitivo, la imposibilidad de realización personal, el miedo, (que) tienen acorralada a la población colombiana… La noticia de hoy borra la tragedia de ayer”. Como cuando ocurrió el holocausto del Palacio de Justicia y a los ocho días sobrevino la tragedia de Armero.
El libro acude a una riquísima selección de fuentes bibliográficas, cono los libros del profesor Ernesto Saa Velasco, a quien personalmente conocí en Popayán.
También cita la obra del Maestro Rafael Ballén, de la cual he efectuado varios lanzamientos ante auditorios universitarios.
Franco defendió, junto con Laureano Gómez, el corporativismo. Pues el Dr. Parra sostiene que en Colombia ha existido “una especie de corporativismo societario en el que los grupos económicos organizados ejercen prácticamente un cogobierno”. Y es cierto, he sido testigo de cómo los que pagan las campañas y luego “cobran” los favores son estos grupos de presión, con fuerte poder de Lobby ante el poder congresional y presidencial.
Hemos basculado entre lo que Gaitán llamaba “el país nacional y el país político, democracia participativa y popular”, donde hay un fuerte hiato que excluye al ciudadano de a pie para favorecer a las elites que se enriquecen continuamente a costa del erario.  
Narra muy bien la violencia que conoció de primera mano entre conservadores y liberales y el papel jugado por la Iglesia Católica: “desde los púlpitos justifican y perdonan los asesinatos de liberales por tratarse de ‘comunistas, masones y aliados del diablo’ y hasta se llega a exhibir, a manera de escarmiento público, como trofeos en los altares –como en el caso de Caparrapí en 1952- las cabezas de campesinos que son degolladas, por ser liberales”. Pienso que está en mora hacer el juicio de responsabilidad a los jerarcas de la Iglesia por estos crímenes de lesa humanidad, que son imprescriptibles y sobre los cuales no conozco perdón a las víctimas. La Ley de víctimas ha debido incluirlos. Lo que pasa es que –como en España- cuando se trata de abrir algunas fosas prohibidas, salta la reacción y acalla a los valientes.
Advierte que la dictadura de Rojas estuvo tildada de nepotismo y corrupción. Sin ser amigo de los delitos de sangre, ¿no encuentran alguna relación con lo acaecido recientemente en la Alcaldía de Bogotá?
La necesidad de una reforma política surge al analizar el comportamiento de los partidos políticos como simples empresas electorales de caciques que compran votos en muchos casos, desnaturalizando el proceso. Critica la denominada “operación avispa” porque difumina las responsabilidades políticas de las bancadas. No responden a estructuras fuertes, organizadas y disciplinadas.
Conocedor del tema fiscal, critica acerbamente la pereza fiscal de los entes territoriales, con una notoria desactualización catastral, y la orientación del gasto en burocracia ineficiente, despilfarro y corrupción, lo cual conlleva a mayor atraso  de las regiones. Hasta el Procurador recientemente dijo que los Concejales “extorsionaban” a los alcaldes y que los personeros no servían para nada. Las regalías en muchos casos se las roban.
Muy pertinente la cita de Francisco Leal Buitrago en un libro –ya clásico- sobre el clientelismo en Colombia, en el cual demuestra que “logró convertirse en el principal soporte de funcionamiento del sistema político”. Ya Rodrigo Lara Bonilla decía que era el intercambio de servicios entre partes desiguales. Acabo de tener una discusión con una alumna que se pasó del Polo al uribismo, porque su familia “necesita el votico” para favorecer una ayuda clientelar de una pariente. Así se maneja el sistema que corrompe las libres decisiones de la gente inconsecuente y a veces sometida a una auténtica extorsión o chantaje. Bajo el gobierno Santos continúa feriándose la administración pública, y el “aceite para la maquinaria” está en puestos y contratos. De lo contrario, los uribistas no habrían votado la ley de víctimas.  
Muy acertada es la crítica al cuatrienio del neoliberal Gaviria: “Cabe recordar que bajo el mandato de Gaviria no sólo se abrió de un tajo la economía, sin contraprestaciones ni negociaciones con los países altamente desarrollados, sino que inició un cuestionado proceso de privatizaciones, al mejor estilo thatcherista, y reformó la estructura administrativa del estado para hacerlo menos intervencionista y eficiente, cuyas consecuencias ha venido sufriendo el pueblo colombiano, al ver desaparecer puestos de trabajo, reducir drásticamente la actividad agrícola, aumentar la actividad importadora particularmente de productos primarios, decrecer la exportadora y malbaratar en forma continuada las reservas en divisas en defensa del tipo de cambio, hasta el punto que el FMI en uno de sus primeros actos de “monitoreo” de la economía colombiana, en septiembre de 1999, logró que la Junta eliminara el sistema de la banda cambiaria, de mínimos y máximos, para dar paso a la libertad del mercado en forma total. Esta codirección de la economía es una clara muestra del nuevo concepto de soberanía nacional que en el mundo moderno tiene que ceder ante autoridades u organismos supranacionales”. Por ello se dice que la “bandeja paisa” ya no es paisa, pues todo lo importamos del extranjero. Recuerda que “las importaciones de alimentos han crecido en los últimos diez años de un millón a 8 millones de toneladas”. Sin embargo, sectores diversos le van a hacer un homenaje a Gaviria el 4 de julio como “padre de la Constitución”, cuando acabó el agro y ayudó a concentrar el poder económico.
Una de las causas de la actual violencia por la cual las FARC continúan alzadas en armas y no se vincularon a la Constituyente, pues se afectó la confianza, fue que Gaviria “el 9 de diciembre de 1990, había autorizado llevar a cabo una operación militar para la toma por asalto de ‘Casa verde’, los cuarteles generales de las FARC, la que resultó fallida y que tuvo co9nsecuencias que han perdurado en el tiempo, como lo han recordado los jefes guerrilleros durante las últimas negociaciones de paz”.
Dos  excelentes capítulos son los relativos al conflicto, la reforma política y los procesos de paz, por cuanto expone una radiografía muy completa de las diferentes propuestas sobre la paz y la guerra. ¿Cómo reconstituir el estado a partir de tantas propuestas, algunas muy solventes? Me parece importante la recopilación de los puntos de los insurgentes, como los 10 puntos de las FARC frente a los cuales un socialdemócrata podría identificarse. Uno dice: “Elección popular del Procurador, como rama independiente del poder público”, yo estoy de acuerdo! También los del ELN, donde propone por ejemplo “organización de un  nuevo ejército con base en las fuerzas insurgentes y nuevas fuerzas de policía”.
El cuerpo doctrinario del EPL dice en un punto: “Lucha contra la militarización impulsada y practicada desde el Estado, contra la legislación de orden público y sus fiscales y jueces sin rostro, por el desmonte del grupo de los paramilitares, las cooperativas de seguridad, por el respeto y la defensa de los DDHH y por las reivindicaciones sociales y económicas a favor del pueblo”. ¿Qué demócrata podría oponerse?
El autor reconoce el inmenso esfuerzo de la sociedad civil a través de diferentes instancias para llegar a una solución política negociada del conflicto armado, pero duda de sus resultados. “En Colombia han convergido cuantas organizaciones no gubernamentales son conocidas, más las criollas, que suman en total más de siete mil”. Sin embargo, esta integración es inversamente proporcional a su eficacia en términos de paz.
En los diálogos del Caguán se produjeron importantes visitas, como la del presidente de la Bolsa de Nueva York, de congresistas norteamericanos y de representantes de los denominados “cacaos” o gremios poderosos nacionales. “Aunque sus pronunciamientos han sido cautelosos y prudentes, sí han escuchado en forma directa que la paz requiere una fuerte inversión social, que requiere tolerancia. Que hay que generar empleo, que hay que hacer la reforma agraria auténtica, y ellos están de acuerdo con eso, según declaración de Raul Reyes uno  de los comandantes negociadores de las FARC”. Como se sabe, este comandante fue abatido con otras personas en territorio ecuatoriano, en operación ordenada por Uribe y Santos, en clara violación a la soberanía del hermano país.
Sus líneas nos recuerdan cómo el Movimiento Indígena lanzó a la presidencia a Kimy Pernía Domicó, quien después fue asesinado por los paras.
Realiza un certero análisis del Plan Colombia, que patrocinó fumigaciones con glifosato que dañaron el ecosistema. “Estados Unidos ha continuado incrementando su presencia militar en Colombia a través de misiones asesoras para combatir el narcotráfico, entrenando batallones profesionales. A finales del 2000 Washington anunció que esas labores serían contratadas con empresas privadas, en un claro intento de deslindar responsabilidades oficiales ante un posible fracaso de la misión propuesta y suministrando equipo de identificación de movimientos y apoyo aéreo, que de manera puntual también han servido para enfrentar a grupos guerrilleros”. Mientras Cuba tiene en su Embajada 6 diplomáticos, EEUU tiene 2.000 funcionarios. Por ello el debate reciente sobre la instalación de 7 bases gringas en territorio nacional y que por fortuna se cayó en la Corte, pues violaba la soberanía nacional.
Una de las razones por las cuales las autodenominadas “autodefensas” no cometen delito político, tiene que ver con la confesión del “Ministro de Defensa Luis Fernando Ramírez, cuando confirmó que algunos de los 380 oficiales desvinculados de las Fuerzas Armadas en noviembre de 2000, se habían unido a las fuerzas paramilitares al mando de Carlos Castaño”. No es gratuito que varios de nuestros oficiales se hayan instruido en contrainsurgencia en la malhadada Escuela de las Américas, donde enseñaban técnicas de tortura, como la aplicada por Bush en Guantánamo y Abu Grahib, entre otras.
El autor es un socialdemócrata convencido, como Olof Palme o Billy Brandt, que tantos beneficios aportaron a sus países y al mundo. Participó en varios foros de la socialdemocracia, con diversos personajes. El consiguió con otros ilustres dirigentes liberales que el Partido Liberal fuese aceptado en la Socialdemocracia internacional, sin embargo reconoce que los aportes prácticos del Partido y sus dirigentes cuando tuvieron el poder no se han acompasado con la doctrina socialdemócrata.   
Menciona el caso del narcotráfico como un grave problema que aqueja y permea la realidad nacional. “La destrucción ambiental del país por la fumigación aérea de químicos de alta toxicidad que al esparcirse de manera indiscriminada en el aire implica grandes problemas para los seres humanos, agua, plantas y fauna”. Recomienda en últimas “la legalización de la droga, como la única salida posible al cáncer global que tanto ensañamiento ha mostrado en Colombia, tarea en la que hay que insistir en las Naciones Unidas y en cuanto foro internacional sea posible intervenir, con la esperanza que sea acogida como obligación moral de todas las naciones”. Hoy se está cumpliendo esa profecía (Ver propuesta de Zedillo, Gaviria y Cardoso). Hay una enorme hipocresía gringa en el manejo del tema.
Colombia, después de Israel y Egipto, es el tercer país en recibir ayuda financiera de los EEUU para combatir el narcotráfico. ¿De qué ha servido esa ayuda? Ya varios expresidentes han mencionado el fracaso de la lucha antidrogas y la necesidad de despenalizar su consumo, convirtiéndolo en un problema de salud pública y no de orden público.
Existe un análisis riguroso del Plan Colombia y la intromisión extranjera en la soberanía nacional.
Hay una crítica muy fuerte –y con razón- al modelo neoliberal imperante. “la realidad de los beneficios del crecimiento se concentra en el 3% más rico”.
Y agrega: “lamentablemente, siempre tuvimos pobreza, pero nunca como la de hoy, que es hambre y desesperación. Triste es reconocer que siempre hubo desigualdad, pero nunca a los niveles actuales, cuando un 20%  de la población recibe el 55% de los ingresos, mientras otro 20% sólo recibe el 5%. Nuestra clase media, otrora tan fuerte, numerosa y realizadora, se proletariza según decrece la economía. Se arruina el campo y quiebran las empresas”. Es sostenible este modelo, pregunto?
Y lanza a su vez una fuerte crítica al servicio de la deuda: “El pequeño crecimiento de estos años se ha dedicado a pagar la deuda externa. Así no hay posibilidades de empleo. El banco central subió la tasa de interés a 70% en 1998 y ello logró resquebrajar las empresas, hacer insolvente el sector financiero, quebrar la construcción y destruir la clase media. Privatizadas las empresas de servicios públicos han subido las tarifas muy por encima de la tasa de inflación, sobre todo en los estratos más pobres con lo cual la inflación de los pobres es hoy mucho mayor a la de los ricos”.
Realiza una fuerte crítica al sistema tributario, al cual considera sumamente regresivo, pues favorece a los dueños del capital por medio de exenciones y deducciones.  
El establecimiento ha sido renuente a las reformas estructurales y como dijo Hernando Agudelo Villa (SEAP) “sin reformas fundamentales no habrá paz”.
Resulta interesante reestudiar los ciuen puntos de Uribe cuando se lanzó: “Eliminación del servicio militar obligatorio”, no lo cumplió. Fue la Corte Constitucional la que por sentencia avaló la objeción de conciencia.
-“Que Naciones Unidas envíe una misión humanitaria a uno d enuestros municipios en donde la ciudadanía sufre repfresalias guerrilleras por la resistencia civil…” , o sea envío de cascos azules, lo cual era un despropósito a la luz del derecho internacional.
-“Eliminar el Consejo Superior de la Judicatura”, sigue vivito, coleando y cuestionado por escándalos de los miembros del uribismo.
-“Vinculación de un millón de ciudadanos informantes”, gravísima violación del DIH y ahora se están viendo las consecuencias con condenas a las chuzadas, falsos positivos, etc.  
-“Que los sindicatos de trabajadores tengan la posibilidad de ser empresarios”. Falso, la reforma laboral aumentó la flexibilidad laboral a favor de la patronal y sumió en la miseria a los empleados, sin generar nuevos puestos de trabajo, sino por el contrario, suprimiendo más de 500.000. Extendió la jornada diurna (corrió la luz solar), eliminó las extras del día festivo y el dominical afectando a los más humildes.
El Dr. Parra está en contra de la irresponsabilidad de la reforma a la Carta: “Otra tendencia que se viene repitiendo en cada período legislativo es la de reformar la Constitución de manera parcial y puntual, sin coherencia filosófica, y con el riesgo de que en breve se convierta en una variopinta colcha de retazos”. Por fortuna la Corte ha sido guardiana de la Carta, salvo el lunar de la primera reelección, que al país le ha costado lágrimas, pues fue un acto ilícito (Yidispolítica).
Ante el intento de reducir el Congreso propuesto por Uribe y otros, como fruto de los condicionamientos del FMI, es opositor, pues “la democracia no es el sistema de las mayorías, sino el respeto de las minorías”, frase sabia.
En relaciones internacionales, critica la sumisión del Estado colombiano a USA.
El último capítulo es muy hermoso y encasilla a la guerra colombiana en una “guerra sin honor”.
Sobre la democracia como Código ético dice: “Dentro del marco de la democracia, sistema bajo el cual vive hoy más de la mitad de la humanidad, las distopías son la esclavitud, como contraposición al principio de libertad; la desigualdad, como opuesto al principio de igualdad; la insolidaridad como negación del principio de fraternidad; y la injusticia como contrario del principio de justicia. Sin necesidad de poner demasiada tinta negra en el asunto, es fácil comprender y aceptar que estas distopías definen en forma muy cercana el cuadro político colombiano en pleno inicio del siglo XXI”. Estoy de acuerdo, pues los fenómenos de miseria y exclusión social son cada día más evidentes, con 4 millones de desplazados internos, 5 millones de colombianos en el exterior huyendo por hambre y violencia la mayoría, 67% de desempleados, 25 millones de indigentes, 17.000 homicidios anuales, etc.  
Un buen ejemplo es el robo a la salud, por medio de las EPS, que ha generado el peor genocidio en la historia de Colombia, a ciencia y paciencia del Gobierno (Ley 100 de 1993, ponente Uribe Vélez).
Ingresa una categoría Cortiniana célebre, la aporofobia: “También se puede hablar de un tipo de poder que genera concentración de riqueza y también aporofobia, el desprecio al pobre, al débil, al que no tiene nada que ofrecer, que dar a cambio.  No importan ni su raza ni su etnia, importa que no tiene con qué pactar: ni votos, ni dinero, ni prestigio, con la consiguiente edificación de la cultura de la desigualdad. En el lado opuesto está un poder que lucha contra la cultura de la pobreza y se propone derribar los obstáculos en el camino de la igualdad y de redistribuir oportunidades y furentes de riqueza para construir una sociedad menos desigual”. En Colombia a los pobres los matan. “Nos matan y no es noticia” es un revelador libro de dos colombianos exiliados en España, que por defender a la gente del Atrato los amenazaron de muerte. Chiquita Brands acaba de ser condenada en EEUU por pagar paras  con el objetivo de matar líderes sociales en Urabá. BP también lo hizo en Casanare (Ver informe “Por dentro’e soga”).
El cierre es magistral: “ Colombia, al igual que similares países de Latinoamérica, debe aunar energías y apuntar a la creación de la vía de la equidad, como modelo de desarrollo político, económico y social, en la que hay que comenzar por desmontar privilegios, al menos como respetuoso homenaje a la sangre que ha inundado el país durante tantos decenios, abrir la economía para contrarrestar la inercia concentradora, organizar territorialmente el estado para hacerlo eficiente y equitativo con el desarrollo de las diferentes regiones, enriquecer el municipio dotándolo de todas las comunidades del progreso contemporáneo, promover al ciudadano para hacerlo gestor, actor y partícipe de los avances sociales, urdir el tejido social impregnándolo de adecuados contenidos éticos a fin de eliminar la corrupción en la administración y en los actos diarios de los colombianos, crear un clima de tolerancia, cimentar el respeto y el cumplimiento a la ley, y avivar el florecimiento de principios y sentimientos de libertad, solidaridad e igualdad. Y derrotar el miedo y la desconfianza”. No se puede decir más.


LUIS BERNARDO DÍAZ
VALENCIA, JUNIO DE 2011

1 comentario:

  1. Título del libro: "Colombia dos siglos en busca de gobernabilidad. Entre la democracia y la barbarie"
    Autor: Néstor Hernando Parra
    Bogotá, Editorial Aire Libre, 2003.

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