El tratadista Augusto Pareja Carazo, que ostenta
los más altos grados universales de la Fraternidad, nos introduce en un tema de
la mayor importancia, con un exquisito manejo de la historia y de la pluma. Y
ciertamente demuestra en su libro que el camino hacia el laicismo ha sido
largo, pero empedrado.
Hablar de laicismo implica hablar de la separación
del Estado de las ideas religiosas por muy respetables que ellas sean. Para hablar de laicismo, debemos primero
entender la teocracia. Dice el Dr. Pareja que “entendemos, según la definición
del diccionario de la real Academia Española por teocracia el gobierno ejercido
directamente por Dios. Dada la intangibilidad de esta definición la entendemos
mejor como el gobierno ejercido por aquellas personas que suelen autodenominarse
entre sí como intermediarios de la voluntad de Dios. En realidad cuando
hablamos de un Estado teocrático hacemos referencia a un Estado Hierático, es
decir un Estado gobernado por hombres que tienen una influencia religiosa sobre
la comunidad y que gobiernan precisamente haciendo valer esa influencia”. Vemos
que empezamos a desvelar la realidad teocrática, que es una falacia, pues son
hombres los que a partir de una presunta relación divina ostentan poderes
divinos en la tierra para -prevalidos por ellos- imponer su poder sobre otros
hombres.
Nos recuerda que en el siglo XI surge la
escolástica, movimiento teológico y filosófico que se basaba en la
subordinación de la fe.
También existió la simonía, que corresponde en el
cristianismo a la compra o venta de lo espiritual por medio de bienes
materiales, incluyendo cargos eclesiásticos, sacramentos, reliquias, promesas de
oración, la gracia, la jurisdicción eclesiástica, la excomunión,etc.
En 1324 el Papa Juan XXII condenó por herejía a
Guillermo de Ockam. Ocham afirmaba que “todo conocimiento está basado en la
lógica y opera sobre la percepción sensorial de objetos individuales concretos.
No deben multiplicarse inútilmente los entes creando conceptos abstractos que
no procedan de la experiencia”. Esta teoría fue conocida como la navaja de
Ockam, que no es otra cosa que un principio metodológico y filosófico según el
cual, “en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la
correcta. Esto implica que, cuando dos teorías en igualdad de condiciones
tienen las mismas consecuencias, la teoría más simple tiene más probabilidades
de ser correcta que la compleja”.
Posteriormente vendrá Marsilio de Padua “quien
concibe al estado en su obra El Defensor de la Paz (Defensor Pacis) como
producto de la invención de la mente humana e insistía en que la legítima
autoridad política sólo puede emanar del pueblo que confía a un determinado gobierno,
el cumplimiento de las leyes y demás ordenamientos legales. Afirmaba que estas
leyes son el producto del concepto de unidad entre los ciudadanos dotadas de un
carácter mandatorio y coactivo, inspirada y basada en un ideal de justicia”.
Luego revive a Picco de la Mirándola. “El hombre,
exponía Mirándola, es el ser libre y mediante su libertad puede escoger entre
todas las cualidades que poseen el resto de los seres”.
Luego vendrán Maquiavelo y Bodin. “Nicolás
Macchiavello y Jean Bodin. El primero al concebir al Estado con carácter
autónomo, sentó las bases de la idea de razón de Estado y separó completamente
la moral religiosa de la actividad política. El segundo perfiló la noción de
soberanía, elemento importante en la teoría moderna del Estado”.
El autor nos recuerda la figura de los Señoríos,
como “institución propia de la Edad Media y la Edad Moderna en España, en
cierto modo similar al feudo del Imperio Carolingio. Surgió en los reinos
cristianos. Se trata de una donación hereditaria de tierras y vasallos,
incluida la jurisdicción, dada por monarcas a nobles o clérigos como pago por
servicios prestados o recompensa a méritos adquiridos, pero por su mera
voluntad. Fue abolido por la Constitución de España de 1812”. La figura validó
el esclavismo por parte de la Iglesia.
Nos informa sobre el iluminismo, las luces, la
Ilustración: “La Ilustración llevaba implícito el rechazo del cristianismo
tradicional de los siglos XVI y XVII. Las infatigables guerras religiosas, su
intolerancia y persecución de todo aquello que atentara contra sus principios
vetustos, tuvieron en los intelectuales del siglo XVIII un franco rechazo a esa
ortodoxia cristiana al abrazar con impaciencia las nuevas ideas de la Revolución
Científica. A este período de la historia de la humanidad en la cual las “tinieblas”
fueron disipadas por las luces de la razón es también conocida como el Siglo de
las Luces o la Era de la Razón también llamada como la época del movimiento
intelectual o iluminismo. Como consecuencia, la vida intelectual europea del
siglo XVIII se vio marcada por la aparición de la secularización. La
Ilustración tuvo también una expresión estética a la que se le llamó
Neoclasicismo… El objetivo de la Era de la Razón, que estaba construido sobre
axiomas, alcanzó su madurez con la ética de Baruch Spinoza, que exponía una
visión panteísta del universo donde Dios y la naturaleza eran uno. Esta idea se
convirtió en el fundamento para la Ilustración”.
Hace crítica severa contra el atraso científico de la
Iglesia: “A nivel científico se destacaron: Copérnico, Galileo Galilei y
Kepler, quienes defendieron y comprobaron la teoría heliocéntrica del sistema
solar, opuesta a la aceptada por la iglesia medieval, donde sostenía que era el
Planeta Tierra, quien se encontraba en el centro de nuestro sistema. Galileo a
pesar de que se le obligó a retractarse de su teoría fue enjuiciado y castigado por la inquisición eclesiástica.
Muchos siglos después, en 1992, la iglesia católica aceptó su error y pidió
disculpas a la humanidad”.
Exalta el juicio y la razón pura en Kant: “En 1784,
el filósofo alemán Emmanuel Kant definía
la Ilustración como el acto por el cual “el hombre se desprende de su inmadurez
causada por él mismo”.
“John Locke considerado como el padre del liberalismo
moderno defendía la tolerancia religiosa independiente de si fueran o no
cristianas. La religión a su concepto, es un asunto privado e individual, que
afecta solamente a la relación del hombre con Dios, pero no a las relaciones
entre los hombres. Esto le permite liberarse de la disciplina e imposiciones de
tipo eclesiástico y quita toda legitimidad confesional a la autoridad política”.
Voltaire y Rousseau merecen importante espacio en
la obra, por sus discursos librepensadores.
Y coloca el sello concluyente: “Se puede decir,
entonces, que la Ilustración surge y se difunde bajo una consigna que reúne a
todos los grandes pensadores europeos. Se abandona el orden basado en Dos y se
instaura un orden basado en el hombre. Se los llamó también: Iluministas porque
creían que con la luz de sus obras iban a despejar las tinieblas y a iluminar tantos
siglos de oscurecimiento en la Edad Media generados por las ideas de la
Iglesia.
“En la Ilustración la mayoría de las cosas eran
puestas en duda, por ello, todo debía ser analizado mediante la observación y
la experimentación para así poder llegar a conclusiones ciertas. Es en esta
época en donde se impulsan las ideas de libertad, igualdad, fraternidad y tolerancia
religiosa. Tal como decía Descartes: “La razón era la única herramienta que
tiene el hombre para encontrar la verdad de las cosas”.
Respecto al laicismo, nos recuerda que “con la ley
de separación de la Iglesia y el estado en 1905, en Francia se estableció un
Estado secular. La Ley estaba basada en tres principios:
-La neutralidad del estado
-La libertad en el ejercicio religioso
-Los poderes públicos relacionados con la Iglesia.
Esta ley es vista como la columna vertebral del principio
francés del laicismo. En ella se declara la célebre frase: “La República no
reconoce, no paga, ni subsidia religión alguna”.
El laicismo tiene que ver con formas de convivencia
en libertad, con el pluralismo y la tolerancia.
Nos recuerda el Dr. Pareja: “La Real Academia de la
Lengua Española define al laicismo como la doctrina que defiende la independencia
del hombre o de la sociedad, y más particularmente del estado, respecto de
cualquier organización o confesión religiosa. En igual forma, el Diccionario de
la Lengua Española 2005 Espasa Calpe define la laicidad: “cualidad de la
sociedad, el estado o las instituciones que actúan y funcionan de manera independiente
de la influencia de la religión y de la Iglesia”. Esto fue el producto de ríos
de sangre producidos bajo la égida de la intolerancia a machamartillo.
El autor hace un excelente recuento de la
Revolución Francesa como baluarte antidogmático. Con especial rigor asume el
análisis del laicismo en varios países Latinoamericanos.
Llega a Colombia y demuestra el trabajo de la
masonería en la emancipación Neogranadina. Allí narra la historia desde la
Colonia, la emancipación, la configuración de los dos partidos tradicionales,
uno ligado a la Iglesia católica y el otro rebelde a ella. Las luchas intestinas
y religiosas por la defensa de la tolerancia, que se perdió con la Constitución
Nuñista de 1886, pro se recuperó con la reconquista liberal del poder. Los
cambios con la Carta de 1991, la declaratoria de inexequibilidad de la
consagración del País al Sagrado Corazón de Jesús y otra serie de importantes
sucesos históricos que nos pone al corriente de por qué Colombia es uno de los países
más conservadores del mundo: por la influencia notoria de la religión en sus
habitantes. Los 7millones del candidato de la ultraderecha católica obtenidos
en la pasada contienda electoral reflejan claramente que aún hay muchas
personas que en Colombia simpatizan con la teoría de las dos espadas
agustinianas. La educación en manos de las comunidades religiosas ha puesto su
grano de arena en esa malformación política de los colombianos. Importante
libro que merece todo nuestro afecto, mas cuando raudos vientos de intolerancia
religiosa han tocado
Importantes instituciones públicas del orden nacional.
¡Sapere aude!
Pareja
Carazo, Augusto. El largo camino hacia el
laicismo. Bogotá, s.e., 2014.