jueves, 30 de enero de 2014

SANTOS EN ESPAÑA

Deliberadamente había pospuesto mi comentario sobre la visita de Santos a España esperando el decurso de los acontecimientos. La verdad es que el Grupo Prisa y su Diario El País le organizaron con las grandes multinacionales españolas una mesa redonda pública para hablar fundamentalmente d e inversiones. Eso es lo que quiere el Grupo: negocios en telefonía, Repsol en petróleo, Endesa en gas y energía, Telefónica, etc. Santos se considera el Tony Blair de Colombia, el Anthony Giddens de la Tercera Vía (capitalista, dede luego), de un gobierno que acumula ya una veintena de asesinatos a cuesta de líderes de Marcha Patriótica. ¿Qué ganamos con inversiones de multinacionales españolas si ese dinero no se irriga al pueblo, sino que se queda en manos de unos pocos multimillonarios? Creo que debemos mirar las conclusiones del Club de Bildelberg sobre cómo se reparten el mundo un puñado de ricachones. La visita de Santos pasó sin pena ni gloria por España, luego por Inglaterra, y los medios más vistos la tenían como algo marginal (salvo El País). Dijo algo importante: Hay 400.000 colombianos en España viviendo permanentemente. Pero no dijo en qué condiciones. Mientras Rafael Correa está "captando" Phds de Europa para acelerar el desarrollo del Ecuador, el gobierno colombiano no hace nada por sus compatriotas en la península, como me lo ha dicho Yolanda Villavicencio, presidenta de AESCO y candidata a la Cámara por las minorías en el exterior (4 millones), que se han ido por la falta de oportunidades en su propia patria o por amenazas. El anterior Embajador Sardi de Lima, un oligarca (compañero de póker de Santos) con inversiones fuertes en las azucareras vallunas (que se apoderaron de grandes extensiones de tierras en Vichada) y ahora un "niño bien" que ha vivido toda su vida en Washington con un sueldazo del Banco Mundial, haciendo políticas para los ricos en contra de los pobres. Esa gente no tiene sentido de humanidad. Sin embargo, Santos se pasea por Europa "vendiendo" a Colombia. El problema está en que de la venta la ganancia no se va sino para unos pocos: los oligarcas.

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